La crónica Ehunmilak 2016 no ha sido fácil de describir. Me gustaría conseguir transmitirte las intensas emociones vividas a lo largo de esta gran travesía. Si puedo lograr, que puedas viajar conmigo a lo largo de estas 100 millas, me daría por satisfecho. Como siempre, he tratado de hacerlo desde un punto de vista práctico. Sobre lo que he aprendido. Para que te pueda servir a ti también, si es el caso. Empecemos.
Preparación previa para la prueba reina del año.
Mi gran objetivo de este año era esta carrera. Serían mis primeras 100 millas. Así lo diseñé cuando planifiqué la temporada a finales de noviembre de 2015.
La Ehunmilak es una espectacular Ultra Trail que se celebra en el País Vasco. Se recorre por los mágicos montes de 5 comarcas de Euskal Herria, el Goierri, Urola, Urola Kosta, Debagoiena y Tolosaldea. Sus números, 168 km, 11.000 metros de desnivel positivo y más de 1.500 voluntarios.
Es la única carrera de España que puntúa para las 100 millas de la Hard Rock de Estados Unidos y otorga la máxima puntuación para la UTMB.
Han sido 6 meses de larga preparación, donde en marzo también pude terminar la UT les Fonts.
Me entusiasma correr por la montaña. Quiero gozarla el máximo número de años posible. Terminar pruebas de ultradistancia sin lesionarme, para así, poder continuar disfrutando de lo que más me apasiona.
Esta es una de mis causas a día de hoy. Terminar ultras de montaña sin lesionarme para al cabo de una semana volver a correr. Es un estilo de vida. Y por el momento lo voy consiguiendo.
Quería romper con la idea de que para realizar 100 millas, se deben llevar a cabo infinidad de tiradas largas. Ahora, puedo afirmar, que para poder terminar 168 km y 11.000 metros de desnivel positivos, no hace falta hacer una cantidad ingente de kilómetros.
Soy un corredor amateur más. Tengo familia, trabajo y lo debo combinar con los entrenamientos. Así que planifiqué la temporada mediante el modelo ATR. No en base a la cantidad de kilómetros, si no centrándome más en otras cualidades como son la intensidad, la frecuencia y la densidad.

Dividí la temporada en 3 macrociclos para afontar la UT les Fonts, la Ehunmilak y la del próximo septiembre, la Rialp-Matxicots.
Todo ello aderezado con el trabajo de la resistencia mediante métodos continuos, variables y fraccionados, así como en el estudio de la técnica y en las diferentes manifestaciones de la fuerza.
Aunque siempre permanezco en un proceso de aprendizaje continuo, por el momento, estoy muy satisfecho con los resultados.
El último mes de la preparación para la Ehunmilak lo encaré con muy buenas sensaciones. Hasta que una maldita caída empezó a ponerme las cosas difíciles.
Fue a cuatro semanas vista de la Ehunmilak. En un entrenamiento con el grupo del Atletisme Terres de l’Ebre. Contusiones en los tobillos, magulladuras en la pierna derecha pero sobretodo un fuerte dolor en las costillas, hizo que tuviera que replanificar las últimas semanas de entrenamiento. Me diagnosticaron una contractura en el diafragma y un esguince intercostal debido a dicho trance.
Pues nada, a lidiar con ello. Lo que no hice, bajo ningún pretexto, es parar de entrenar. Tenía dolor, si. Pero esto no impedía que no parara. Bajé el volumen pero no la intensidad. Además miré de mantener la frecuencia y densidad de los entrenamientos.
Si esto te pasa o te ha pasado en alguna ocasión, te recomiendo que busques alternativas para no parar de realizar actividad física. Siempre y cuando la lesión te lo permita claro está.
Quiero agradecer a una gran médico de familia como es Susana, que me descartó una posible rotura de costilla. Y a Alis, la fisioterapeuta que me trató la lesión y que con un tape milagroso, hizo que el dolor fuera remitiendo.
También quiero dar las gracias por el apoyo, los consejos y ánimos recibidos durante el transcurso de esta aventura.
La tensión durante este último mes fue grande, debido a no saber como llegaría y como respondería ante tanta distancia por delante.
La idea era tratar de aguantar el ritmo hasta las dos últimas semanas. Donde los días de descanso empezarían a cobrar protagonismo. En concreto dos, la penúltima semana y tres, la última.
A una semana de la Ehunmilak.

Durante estos días me dediqué a preparar todo el material, a repasar el plan de nutrición e hidratación, a leer crónicas y mirar algunos videos.
Antes de viajar a Beasain, ya lo tenía todo listo. El material de las 2 bolsas de vida que podíamos dejar en Tolosa (km 77) y en Etzegarate (km 130), lo coloqué en 2 compartimentos diferentes. De esta forma, al llegar, solo tenía que quitar y poner el material en las bolsas que nos facilitó la organización.
Lo que debía llevar obligatorio, más algún extra en la mochila de competición, también lo puse todo antes de salir hacía el País Vasco.
No debía dejar nada al azar. La incertidumbre ya la tendría en la carrera.
Para más inri, durante esta semana, una de mis queridas hijas me contagió un resfriado. No me había constipado en todo el año y va y lo pillo ahora. Empezó el lunes y justo el día de la carrera remitió.
¿Acaso mi mente estaba programada para realizar tal evento, costase lo que costase?
Viernes, 8 de julio de 2016. Empieza la fiesta.
De buena mañana, pasamos a buscar el dorsal Agustí y yo. Mi querido amigo realizaría la G2Haundiak o «las 2 grandes del Goierri», en referencia a las subidas a 2 de los montes más emblemáticos de Euskal Herria, el Txindoki y el Aizkorri.
El domingo, Monica y Sisco correrían la maratón. La Marimurumendi.
Durante el transcurso de la crónica verás mil alabanzas hacia la organización y a sus gentes. Y es que 1500 voluntarios lo dice todo.
En el transcurso de la entrega del dorsal debías pasar por una serie de etapas.
- Colocación del chip
- Control de material
- Entrega de camiseta y bolsa del corredor, con aún más información sobre la carrera.
- Colocación de la radiobaliza gps en la bolsa de competición con el fin de conocer la posición en carrera en tiempo real .
- Inscripción de tus acompañantes para el seguimiento por sms.
Perfecto.
Acto seguido, nos fuimos a comer a la pasta party que se celebraba en el precioso palacio Igartza de Beasain (siglo XVI).
Después al hotel a por un poco de siesta y otra vez para Beasain.
La siesta, aunque sea de 20 minutos, la considero fundamental para llegar tranquilo a la salida.
Una vez aparcado el coche y después de la emotiva despedida con mi familia, me presenté en la linea de salida con 354 compañeros más.
A 5 minutos de las 18:00 horas se respiraba entre una mezcla de tensión y emoción. Había un cúmulo ingente de gente. Por mucho que había visto la salida en vídeos, ésta, superó todas mis expectativas.
No es lo mismo leerlo, verlo u oírlo que vivirlo. Y está máxima la repetiré durante toda la crónica. Hay que vivirlo.
Por fin salimos.
Todo pasa muy deprisa. La calle principal llena de personas de todas las edades animando y aplaudiendo. Es impresionante la afición que se respira en el País Vasco. El ambiente es estremecedor y muy emocionante.
En estos momentos es muy importante controlar tus pulsaciones, ya que es muy fácil llevarte y que se disparen. Esto iba a ser muuuuy largo y como mi amigo Pacone me dijo por el face, «¡Vamos Joan, con cabeza!». Espero conocerte en persona en la Rialp Matxicots y poder darte un fuerte abrazo compañero.
Etapa 1. Beasain – Mandubia. 0-10 km. 1050 desnivel + y 600 -. Bienvenidos.
Ésta es una primera subida donde el bochorno, la bruma y la humedad empieza a hacer acto de presencia. En los 10 primeros km subimos unos 1000 metros. Toda una declaración de intenciones.
En esta ultra casi no hay llanos. Es un continuo subir y bajar. Subidas y bajadas largas, cortas… Para dar y tomar. Tienes que llegar con un trabajo de fuerza bien realizado, ya que de lo contrario puedes destrozar tus articulaciones, tendones y ligamentos.
En este tramo, el barro ya empieza a aparecer en las partes más altas. Pero, por el momento, no tiene ninguna complicación.
Des del principio voy bebiendo cada 5-10 minutos un sorbo de bebida energética que llevo en la camel. Y cada 45 minutos, el reloj me avisaba que debía tomarme un gel antioxidante con 150 ml de agua de mis bidones, en aras a no perder el tono muscular.
Los primeros 40 kilómetros serían claves y debía mantener el equilibrio energético e hídrico en todo momento. Tenía que alternar la comida sintética entre avituallamientos con la natural de los avituallamientos.
Uno de los múltiples objetivos era llegar bien al primero de los 2 avituallamientos grandes. Al kilómetro 77, en Tolosa .
¿Te gusta lo que lees? Puedo entrenar a cualquier corredor de montaña del mundo
Etapa 2. Mandubia-Zumarraga. 10-20 km. 800 desnivel + y 630 -. ¿Alguien dijo barro?
Después de salir del primer avituallamiento me encuentro con el gran Jordi, más conocido como «Yak de les muntanyes». Un amante de la montaña y con un bagaje espectacular. Señalar que terminó la carrera con un excelente tiempo y que pudo sacarse la espinita de su abandono en Tolosa años atrás. Mi más sincera enhorabuena Jordi. Todo un ejemplo de superación y pasión por las montañas. Un placer conocerte en persona, ya que hasta la fecha, solo nos habíamos tratado por el face.
Entonces conocemos a otro compañero que viajará con nosotros durante estas 100 millas. El barro. Uno de los protagonistas de la Ehunmilak.
En esta segunda etapa empezó a hacer acto de presencia y mi primera caída también. Por fortuna, a parte de un buen golpe en la cadera, no pasó a mayores. Bien manchado, retomé la carrera.
El compañerismo, continúa en este tipo de carreras. Un corredor se detuvo y se interesó por si estaba bien. Aprovecho para darte las gracias des de aquí.
Mi primer error fue creer que el primer tramo de la carrera sería más seco que el segundo. Cosa que, salvo la etapa hasta Etzegarate, fue al revés. Me reservé las zapatillas con taco especial para zonas grasas y húmedas a partir del km 77. Pero éstas son las que tendría haber utilizado hasta Tolosa.
Después de una bajada por una pista asfaltada llego a Zumarraga. Mucho ambiente en las calles.
Un carrera en el País Vasco es diferente. Su gente vive el deporte y te anima como nadie. En las calles, en los montes, donde sea, siempre tienes un «¡aupa!» que te alenta en desmesura a dar un paso más. Enhorabuena por ser como sois.
Zumarraga es el primer avituallamiento más completo. Mi estrategia era tomar un gel con agua, mientras los queridos voluntarios me llenaban la camel 1 litro para poner la bebida energética y 250 ml de agua en cada bidón. Acto seguido cogí un sandwich de jamón y queso y retomé la carrera. La idea era ir comiendo mientras andaba ya que así lo había hecho durante el último mes de mi preparación.
El gel me daría esa energía rápida y la comida sólida, al ser hidratos de carbono de absorción lenta, me darían ese plus de energía más adelante. Esta estrategia no la realizaría en todo los avituallamientos. Solo en los que precedían a un gran desnivel positivo.
De momento podía tragar bien la comida sólida. Señal que la hidratación era la correcta.
Etapa 3. Zumarraga-Gorla. 20-29 km. 750 desnivel + y 450 -. La oscuridad tiñe de negro las montañas.
El gel que tomé en el avituallamiento me fue bien para tomar con energías la fuerte subida de 500 metros de desnivel.
El tema de la gestión de la comida y la bebida es de vital importancia llevarla bien planificada de antemano. Por muy bien que hayas entrenado si no preparas este aspecto al detalle, se te pueden complicar muchísimo las cosas a la hora de terminar este tipo de pruebas tan exigentes.
Como te he comentado con anterioridad, es primordial saber combinar de una forma adecuada los carbohidratos de absorción lenta con los de absorción rápida.
Las pájaras en ocasiones son inevitables. Pero cuanto más las retrasemos mucho mejor.
La noche llegó y tocó encender el frontal. He corrido por el monte con niebla y sé lo que es. Pero aquí es diferente. Muchas cosas son diferentes. Y es que la bruma va acompañada del famoso Txirimiri. ¿Qué sucede? Pues que la visibilidad se complica aún más si cabe.
Suerte de la señalización. Otro aspecto excelente de la Ehunmilak. Las cintas reflectantes parecían como luciérnagas que te iban sugiriendo el camino a seguir.
Un truco que funciona en estas ocasiones es bajar la intensidad de tu frontal. De esta forma podrás ver mejor.
Pero el problema es que debías ir con cien ojos mirando el suelo. Además era importante mantener la visión periférica para controlar las cintas.
La parte positiva es que tenía la mente superconcentrada. Solo estaba centrado en el aquí y en el ahora.
Justo antes de llegar al avituallamiento miro el reloj y veo que son las once de la noche. Pienso en Agustí. Ahora le toca a él. Empieza la G2H. Le deseo lo mejor en su particular aventura.
Etapa 4. Gorla-Madarixa. 29-43 km. 570 desnivel + y 450 -. Sin complicaciones.
Lo más destacable de este tramo, ya que no se veía nada, era superar la barrera psicológica del maratón. Es un subidón cuando ves que ya has pasado esa cifra y te encuentras bien. Era una señal de que la carrera, por el momento, la estaba gestionando de forma correcta.
Sabía que del 43 al 96 el desgaste sería muy grande y que a partir de aquí vendría lo aún más difícil todavía. Así que debía conservar y poner cabeza.
Eran mis primeras cien millas, y por muchos videos y crónicas que había visto y leído, no sabía a que me iba a enfrentar. Y así fue, porque esta aventura superó todas mis expectativas.
Recuerdo antes de salir que le dije a mi compañero Agustí que el terreno aquí sería mejor que el que tenemos en els Ports de Tortosa-Beseit.
¡Qué equivocados estábamos!
En estas tierras hay de todo. Terreno con barro hasta la orejas, roca húmeda, roca seca, hierba húmeda, zonas con raíces, senderos pedregosos… Es el paraíso de los pasos técnicos. Si no tienes una buena técnica de bajada y un correcto trabajo de fuerza, el sufrimiento extremo está garantizado.
Y de las llagas… Bueno, de esto ya hablaremos más adelante.
Etapa 5. Madarixa-Azpeitia. 43-53 km. 630 desnivel + y 1450 -. La bajada interminable y la calzada romana.
Aquí ya empieza lo bueno. Después de algunos sube-bajas, llegué a una casa donde una chica super amable, como todas las personas de Euskal Herria, me indicó el camino a seguir. Me dijo que la bajada ahora era técnica. Pues si. Técnica de cojo…
Dios que bajada y yo que me consideraba una persona que baja muy rápido por senderos técnicos… Y es que después de la bajadita empezaba la dichosa calzada romana. Un océano de rocas húmedas y resbaladizas donde había que extremar la atención. Fui capaz de bajarla corriendo, deslizándome con mucha técnica para no resbalar.
Hasta que caí. Un buen golpe pero sin importancia. A continuar se ha dicho y lejos de arrugarme, decidí continuar corriendo.
Ahora aún más, me acordé de las zapatillas que tenía esperando en Tolosa…
Tengo algo de experiencia en bajadas con roca húmeda. Tenemos una zona en els Ports, llamada el Toscar, perfecta para entrenar estos pasos. Sé, que el truco está en tener una frecuencia de pasos alta con los metatarsos del pie. Tocar con la mínima superficie y tiempo posible las traidoras rocas. Pero ésta me superó. No iba para nada cómodo. Este descenso se hizo muy largo. Hasta que por fin divisé Azpeitia.
Llegué al avituallamiento y mismo ritual. Sabía que lo mejor era tenerlo automatizado, ya que a medida que van pasando las horas tu cerebro ya no trabaja como al principio. Así que mientras comía fruta y pastas, rellenaba la camel para la bebida energética y el bidón con agua para los geles. Al salir, lo mismo. Cogí trozos de sandwiches de jamón y queso y me los comí, mientras ya me ponía en marcha hacia la siguiente parada, Zelatun.
¿Cómo y cuando trabajar la fuerza máxima, la fuerza resistencia y la fuerza velocidad si eres corredor de montaña?
Todas las respuestas en esta videoclase con muchos ejercicios explicados al detalle y perfectamente planificados.
Etapa 6. Azpeitia-Zelatun. 53-66 km. 1020 de desnivel + y 290 -. La gran tapada y el amanecer.
Por lo general, en estas durísimas 100 millas, todos solemos hablar del Txindoki y del Aizkorri como los dos grandes desniveles a superar. Pero la dosificación en la subida a Zelatun, creo que fue clave para vencer, con unas mínimas garantías, a los dos monstruos que te esperan a partir del kilómetro 96.
Este tramo tiene unas cuestas muy duras, donde el desgaste puede pasarte factura más adelante. Es larga, ya que son 13 kilómetros y aún no estás ni a mitad de carrera, cosa que si tu mente empieza a decirte que vas cansado, lo puedes pasar mal.
Pero tiene algo muy positivo. A muchos, durante este recorrido y durante el posterior descenso hacia Tolosa nos amanece.
Parece mentira, pero el ver salir el sol, el ver esa progresiva luz del día como entra en todos los recovecos del paisaje donde te encuentras, hace que te empapes de nuevas energías.
Los sonidos van cambiando. Llegan los colores y con el alba renaces. Es una sensación tan agradable.
Y eso que aún quedaba una larga subida por un pedregal.
Etapa 7. Zelatun-Tolosa. 66-77 km. 350 de desnivel + y 1180 -. El encuentro.
Los primeros 4 kilómetros transcurren por ligeras subidas y bajadas. Después, el desnivel negativo aumenta de forma considerable, hasta llegar a Tolosa. Si eres capaz de llegar bien de piernas y afrontar la bajada, sin que tus rodillas sufran por ello, la podrás afrontar corriendo.
El trabajo de fuerza, la técnica en bajadas y los entrenamientos en desniveles negativos dieron resultado. Así que pude realizarla casi toda corriendo hasta llegar a Tolosa.
El tramo que transcurre por esta preciosa ciudad, la verdad es que se hace un poco largo. Acontece por una amplia avenida y las ganas que tienes de llegar al primer avituallamiento grande son enormes.
Mi motivación de llegar no es la ducha o el plato de macarrones que me comería. No. Es el ver a mi familia. Cada uno tiene sus motivaciones. Pensaba en ello. Y eso me daba fuerzas para dar un paso más.
El tener motivaciones o alguien a quien quieres, te da siempre un extra de fuerza. Y si no tienes la fortuna de poder verles, pensar en alguien querido también ayuda y mucho.
Respecto a la gestión del avituallamiento y con la primera bolsa de vida en las manos, lo primero que hago es quitarme la camiseta totalmente empapada. Acto seguido, beber y empezar a comer ese soñado y simple plato de macarrones con arroz blanco.
Una de las infinitas lecciones que aprendes en carreras de ultra distancia, es a valorar lo sencillo de las cosas.
Después de cargar fuerzas, una ducha y vuelta al ruedo totalmente renovado. Un gran beso a mi querida familia y a por un paso más.
Etapa 8. Tolosa – Jazkue. 77-87 km. 660 de desnivel + y 220 – y Etapa 9. Jazkue Gaina – Amezketa. 87-96 km. 270 de desnivel + y 700 -. Sol. Mucho sol.
Son 2 tramos de transición, que me desgastan mucho por el calor que hace. Salgo de Tolosa de la mano de un compañero de Igualada, Roger, que me explica que ya va por su tercer intento de conseguir terminar la Ehunmilak. Charlamos un rato y después cada uno continuamos con nuestra marcha.
Hace mucho bochorno y en esta parte de la carrera no hay demasiada sombra. No son etapas especialmente duras, pero te van desgastando.
El tema de la hidratación cobra vital importancia. Cada 5 minutos un trago de 50 ml de bebida energética de la camel. Lo controlo con el reloj y sé que con este tema debo ser muy metódico. Si no lo pagaré en la subida al Txindoki.
Llego a Amezketa y a lo lejos veo a mi familia. Otro subidón.
Al llegar al avituallamiento, mi mujer me pregunta que tal voy. No lo quiero decir. No quiero preocuparla, pero ve que me encuentro fatigado.
Mientras me repongo pongo más vaselina en los pies.
Un clima de incertidumbre acecha por momentos. Sabemos que ahora viene uno de los monstruos y con un calor espantoso por delante. El espectacular Txindoki.
¡Entra ahora y crece a mi lado como corredor de montaña!
Etapa 10. Amezketa – Uarrain. 96-108 km. 1750 de desnivel + y 400 -. El gigante Txindoki y contando los pasos.
Salgo de Amezketa y mi familia me despide con muchos ánimos. Pero sus caras reflejan preocupación. Saben que viene lo más duro y me han encontrado cansado. Miré de disimularlo, pero si quieres afrontar la realidad, se hace difícil.
Como siempre, cojo sandwiches y me los voy comiendo mientras empiezo a afrontar la eterna subida. Noto como me cuesta tragar. Aunque fui bebiendo de forma periódica siento uno de los síntomas típicos de deshidratación. La boca seca.
Sé que debo comer. Entre 240 y 360 calorías la hora según la dureza de cada etapa. De lo contrario, estoy muerto.
Entonces recurro a uno de los trucos que mi hijo me enseñó cuando era más pequeño. Hubo una época en que le costaba tragar según qué comida. Fue en el periodo donde le caían los dientes de leche y le costaba masticar. Él, lo que hacía con los alimentos más difíciles de tragar, era combinarlo con pequeños sorbos de agua.
Y así lo hice. Un bocado de bocadillo con un pequeño trago de agua. Uno detrás de otro. Hasta que conseguí ingerir la cantidad deseada. Esto me ayudó a masticar bien la comida. Gracias hijo mío.
Con un sol de justicia, inicio la subida a uno de los montes más emblemáticos del País Vasco, el imponente Txindoki. Con solo alzar la vista, su afilado pico de caliza me impresiona.
Sé que voy a sufrir. Y aunque salgo preparado con mucho líquido, geles y comida, sé que será muy duro el ascenso.
Son las tres de la tarde. Hace calor. Mucho calor. Y, salvo una pequeña arboleda, no hay ni una maldita sombra.
Por momentos voy con el compañero de Igualada, pero cada uno vamos al ritmo que nuestro cuerpo nos permite.
El primer tramo transcurre por una pista forestal bastante amplia hasta que se transforma en sendero.
Pasada la arboleda, me siento muy cansado y la mente me lo empieza a recordar de forma muy insistente.
Me encuentro en serias dificultades para continuar.
Entonces decido hacer una cosa.
Comencé a contar los pasos. Lentamente. Uno, dos, tres, quatro… Uno detrás de otro. Cuando llegaba a unos 150, volvía a empezar. Cada 5 minutos un trago de líquido y cada 40, un gel.
Esto fue lo que me salvó. Centrarme en contar los pasos. En el aquí y en el ahora. La mente dejó de pensar en aspectos negativos y me concentré en solo avanzar. Avanzar y avanzar.
Por encima de nuestras cabezas, los buitres nos sobrevolaban en círculo con la esperanza de que alguno de nosotros cayera…
Al cabo de un tiempo, divisé a uno de los voluntarios de la carrera que estaba al lado de una fuente cargando de agua a los corredores. ¡Dios que lujo!. ¡Agua fresca!. Con su ayuda, me rellenó uno de los bidones, me quité la gorra y me la eché entera por la cabeza. Esto me reanimó y me dio fuerzas para continuar.
Continué contando mis pasos hasta llegar a las campas del Txindoki. A partir de allí, nos comentan que el aire ya empezará a correr y que no notaremos tanto calor.
La verdad es que algo aprecio y durante un momento, la pendiente se suaviza. Al alzar la cabeza, me doy cuenta de lo esplendido del paisaje. Rebaños de ovejas latxas, caballos y vacas pastan con total libertad por las verdes cumbres.
Entonces diviso a Roger, el compañero de Igualada, que me dice que se estira un rato en la hierba a ver si se recupera. Al terminar la carrera y ver los retirados, vi, que por desgracia en Etzegarate abandonó. Un fuerte abrazo Roger.
Pero las subidas aún no han terminado y llegar al avituallamiento de Uarrain se hace eterno.
Mientras, voy pensando con Agustí, que supongo que ya habrá terminado la G2H con éxito y estará disfrutando de la preciada chaqueta de finisher. ¡Enhorabuena compañero por tu hazaña!
Llego al avituallamiento de Uarrain. Un plus de motivación me envuelve. Después de 100 km en las piernas he sido capaz de subir 1750 metros de desnivel positivo en tan solo 12 kilómetros. El pensarlo me da fuerzas. Y el saber que ahora viene la bajada aún más.
Etapa 11. Uarrain – Lizarrausti. 108 – 116 km. 45 metros de desnivel + y 800 -. Recuperando en la bajada.
Este descenso es reparador. El trabajo de la fuerza realizado en los entrenamientos sigue dando resultados. Aunque cansado, bajo bien.
Al empezar el descenso, me cruzo con un todoterreno de la Cruz Roja. ¿Cómo demonios han podido subir hasta aquí?. Me asombra la profesionalidad que tienen. Estaban en constante estado de alerta y por el walkie oía que más abajo había un chico portugués que abandonaba.
Me dijeron que si lo veía, le dijera que se esperase acostado bajo una sombra y que le vendrían a buscar.
Y así fue. Más abajo lo encuentro y se lo comento.
Des de aquí aprovecho para felicitar a la Cruz Roja por su enorme trabajo. Son todo un ejemplo a seguir.
El terreno no es demasiado técnico. Con mucha pendiente pero no es complicado. La moral sube y ya tengo ganas de ver a mi hermano y mi padre que sé que me esperan en Lizarrausti.
Por el camino me reencuentro con Jose Antonio, de Zaragoza. Me comenta que va con los pies llenos de llagas. Que en las subidas va bien pero, que en las bajadas ve las estrellas. Aún quedan 52 duros kilómetros por delante.
Antes de llegar a Lizarrusti, pasamos por el asombroso embalse de Lareo. Después, por un sendero precioso, atravesando un túnel excavado en la roca y un frondoso hayedo. El más grande de Guipuzkoa.
El calor va remitiendo pero no la humedad.
Por fin llego. Allí me encuentro con mi hermano y mi padre. Más vaselina y a reponer fuerzas porque ahora viene un tramo muy largo.
¿Pierdes mucho tiempo? ¿Miedo a los tramos técnicos? ¿Dolor al bajar?
Mejora tu técnica de bajada con esta videoclase
Etapa 12- Lizarrausti – Etzegarate. 116 – 130 km. 950 metros de desnivel + y 1200 -. La selva de barro indómita.
Empieza a oscurecer y la segunda noche sin dormir. Este tramo es muy duro pero mágico a la vez. Es un sube y baja que transcurre por toneladas de barro.
La primera parte puedo correr en las bajadas.
Pero más adelante viene lo bueno. Una auténtica selva de lodo.
La exagerada humedad te envuelve por todas partes. La bruma no te deja ver más allá de un metro. Y los ríos de fango te frenan la marcha en infinidad de ocasiones.
Muchas veces tienes que parar, alzar la vista y mirar por donde pasar. Y todo ello sin despistarte ni un segundo con las cintas reflectantes, si no quieres perderte ya que la oscuridad es absoluta.
No llueve, pero de la tupida niebla, puedo oír como las grandes gotas de agua caen de las hojas de los árboles. Se parecen a los sonidos de los bastones cuando contactan con la roca. Pero aquí no hay roca. Hay lodo. Mucho lodo.
¿Estaré empezando a tener alucinaciones?
La organización ha puesto carteles a cada kilómetro informando de lo que resta para llegar a Etzegarate. Esto lo encuentro un acierto más, de los muchos elogios que tengo para esta impecable organización de la carrera. Es motivador, porque solo piensas en llegar al siguiente cartel.
Y más, cuando el reloj se ha quedado sin batería. Mira que había puesto 2 cargadores portátiles en cada bolsa de vida, pero en Tolosa me olvidé por completo de cargarlo. Entonces recurro al móvil que hace de cronómetro y me sirve para continuar controlando los tiempos de ingesta de líquidos y nutrientes.
Esta parte se hace eterna. Pienso en Jose Antonio como andará de los pies con tanta humedad y barro por delante.
Después de tragarme en solitario todo el recorrido, dentro de la espesa noche, empiezo a oír señales de civilización. Oigo sonidos de vehículos.
Antes de llegar, con el frontal, creo divisar a mi hijo y a mi padre en el horizonte. Pero nada. Más alucinaciones de las muchas que empezaré a tener a partir de ahora.
Son la 1:40 de la madrugada. Llevo 31 horas y 40 minutos de carrera. He tardado 3 horas y 40 minutos en completar este recorrido.
Para mi sorpresa, con ellos, a esas horas están mi hijo y mi ahijado Guillem. ¡Que alegría verlos!
Corre el aire y siento frío.
Con la mala experiencia que tuve en la Ultra Trail les Fonts, donde en la segunda etapa llegué a casa con principios de hipotermia, lo primero que hago es quitarme la ropa empapada. Me pongo una camiseta térmica y una toalla por encima.
Pero aún así tengo frío. Así que la querida Cruz Roja me tapa con una manta térmica mientras voy comiendo. Mi ahijado, al verme con esa manta le comenta a mi hermano: – papa, ¿el padrino se encuentra bien? es que como le han puesto la manta que ponen a las víctimas… –
Con ella recupero el calor. Una vez equilibrado este tema creo que bebo un caldo caliente, como pasta y arroz. La verdad es que estaba tan cansado que no lo recuerdo bien. Después, eso si, un café.
Tengo mucho sueño. Voy bien de tiempo, así que decido tratar de dormir 20 minutos y después salir a por el Aizkorri.
La zona donde se puede reposar es una casa de al lado del avituallamiento. Entro y allí te ponen en una esterilla y te tapan con una manta. La atención en todo momento es exquisita. Mil gracias.
Empiezo a sudar y tener calor. El fuerte dolor que tengo de piernas me impide cerrar los ojos. Imposible.
Me levanto y decido continuar.
Al cambiarme de calcetines, veo lo que más tarde o temprano sería inevitable. Dos grandes llagas en la parte central de los metatarsos. Por mucha vaselina que me fuera poniendo, tenían que llegar. La piel está tan blanda de la humedad, que ni con toda la vaselina del mundo pude evitarlas.
Al menos las retrasé hasta el kilómetro 130…
Etapa 13. Etzegarate – San Adrian. 130-139 km. 700 metros de desnivel + y 400 -. Llegando a las puertas del Aizkorri.
Faltan 38 kilómetros pero mi siguiente objetivo es San Adrian.
He recuperado fuerzas y la parada en Etzegarate me ha recompuesto.
Al llegar al cartel que te informa de la subida al Aizkorri, la emoción me embarga. ¡Mira que tenía ganas de subirlo!
Esta parte no tiene mucha historia ya que transcurre de noche y no aprecio nada. Son subidas largas que marchan entre tramos de la carretera para acceder a San Adrian.
Destacar que existe una fuente señalizada por la organización donde se puede reponer agua.
Etapa 14. San Adrian – Oazurtza. 139 – 148 km. 950 metros de desnivel + y 1200 -. El Aizkorri, las alucinaciones y el avituallamiento interminable.
El avituallamiento antes de San Adrian está muy animado. Los voluntarios, como siempre, son encantadores y dispuestos a ayudarte en cualquier momento.
Repongo líquido, tomo un café, como fruta y me llevo 2 sandwiches.
Sobre el tema del pan de molde, les pregunté cómo podía estar fresco a estas alturas de la carrera. Me comentan que lo traen embasado al vacío y que por eso está tan tierno. Espectacular. Cuidando hasta el más mínimo detalle.
Llega el paso por San Adrian. Un impresionante túnel que perfora la roca por el collado de Leizarate. Durante siglos fue una importante zona de paso y comunicación. Por la gruta transitaron reyes, príncipes, ejercitos, bandoleros y peregrinos. En su interior reside una ermita.
Después de 2 noches sin dormir, el adentrarse en ella, le da un caliz místico a la travesía. Había leído antes de empezar la Ehunmilak sobre San Adrian. En ese instante, una especial sensación recorre todo mi cuerpo. Por momentos me parece ver el paso de los transeúntes y jinetes que cruzaron por allí. Mi mente se evade y el dolor insistente de mis piernas, por un breve minuto, desaparece.
Al salir de la cueva, el entorno continua siendo extraordinario. Se abre una pequeña pradera entremezclada con rocas calizas milenarias de múltiples formas y tamaños. En ella se puede observar un túmulo prehistórico de un metro y medio. Señales de sepulcros y megalitos, indican que entramos en tierra de espíritus y leyendas.
Con ello amanece y aún le da un toque más mágico al entorno.
Si no has estado nunca, por favor, una vez en la vida tienes que pasar por aquí.
Una vez pasada la reducida pradería, el terreno se vuelve muy rocoso y se encarama de forma muy abrupta. El desnivel positivo es bestial después de más de 140 kilómetros en las piernas.
Es hora de contar los pasos una vez más. Queda el último tramo más duro pero también uno de los más bonitos.
Las alucinaciones continúan. Mientras subo y alzo la mirada, confundo rocas por personas. Alguien se asoma detrás de un árbol y se esconde. Pero al pasar no veo a nadie. ¿Serán las almas errantes del Aizkorri?
A medida que ascendemos el paisaje se engrandece. De verdad, el Aizkorri impresiona. Tiene algo de especial y misterioso.
Cuando ya divisamos el refugio y la ermita del Santo Cristo, los que por allí tenemos la suerte de transitar, podemos disfrutar de una salida de sol como pocas veces he visto en mi vida.
El alba nos regala una extraordinaria paleta de colores, entre rojo y amarillento. Por debajo de las cumbres, un océano de niebla cubre todo el Goierri. No puedo evitar el sacar el móvil y hacer algunas fotos.
Una vez superado el éxtasis por alcanzar la cima, inicio el descenso. Muy técnico. Con mucha roca que a estas alturas te hace ralentizar en exceso la marcha.
A mi, que me encanta bajar, imagino el realizar esta abrupta pendiente con fuerzas. Debe ser divertidísimo y me conjuro que algún día volveré solo para realizar ese tramo.
Por suerte el terreno está seco. Pienso en los que participasteis en la maratón de Zegama de este año. Con todo aquello mojado. De verdad, es para quitarse el sombrero.
Llego a las campas de Urbia. Grandes alfombras verdes donde pastan la ovejas latxas a los cantos del pastor.
El paisaje es encantador, aunque se hace tedioso debido al cansancio acumulado.
Un error de cálculo de 4 kilómetros me hace pensar que ya falta poco para el avituallamiento. No es así. Aún queda una última subida y después una inacabable bajada. Al ver que me he retrasado demasiado, decido bajar corriendo. Sorprendente a estas alturas de la carrera pero lo consigo.
A medida que desciendo, un bosque precioso se alza ante mis pies.
Me coge la paranoia de que voy justo de tiempo. No es así, pero acelero el paso y llego por fin al penúltimo avituallamiento.
Quedan 20 kilómetros.
Entre esta etapa y la anterior suman 1650 metros de desnivel + y 1600 de negativo. En tan solo 18 kilómetros.
¿Te gusta lo que lees? Puedo entrenar a cualquier corredor de montaña del mundo
Etapa 15. Oazurtza – Mutiloa. 148 – 158 km. 200 metros de desnivel positivo y 700 -. Casi lo tengo.
Salgo bien de Oazurtza. Y más después de una animada charla con los voluntarios del avituallamiento.
Pero cometo un error. No tomo café y durante esta penúltima etapa, el sueño me invade por todo el cuerpo.
Continúan las alucinaciones. Otra vez me parece ver personas que se asoman de los árboles. Pero no hay nadie.
Empieza a hacer calor. Cada vez más. Y en este trayecto no hay demasiada sombra. Al menos casi todo el tramo es de bajada y no es para nada técnico.
Mientras, pienso con Mónica y Sisco que deben haber empezado ya la maratón.
Vuelvo a coger el ritmo de beber un trago cada 5 minutos y comer cada 40. El bochorno, la fatiga, el profundo dolor muscular y las llagas no me lo pondrán fácil.
A pocos kilómetros de Mutiloa rompo un bastón. De la forma más tonta. Bajando de una húmeda pista hormigonada resbalo y al apoyarme sobre uno de ellos, lo parto limpiamente.
Cojo el móvil y le envío un whatsapp a Montse para que me prepare los de aluminio.
Los palos que llevo son de carbono en tres tramos. Las ventajas son que cuando realizas el impacto contra el suelo no vibran, son más cómodos y livianos. Los inconvenientes, que son más caros y se rompen con más facilidad.
Si quieres una opinión, prefiero los de aluminio. Como corredor de ultrafondo amateur que soy, prefiero la robustez y la durabilidad. Es una cuestión económica si, pero visto lo visto, tampoco he encontrado demasiada diferencia entre unos y otros.
Es verdad que si te los compras por tramos existen recambios. Pero no es fácil conseguirlos.
Retomando la carrera, tengo ganas de llegar a Mutiloa. Allí sé que me espera mi familia y tengo unas ganas enormes de verlos.
El sueño continua. Quiere vencerme. Pero a estas alturas, y después de lo pasado, no estoy dispuesto a ello.
Me resisto. Mi mente tiene muy claro en todo momento que no desconectará el cuerpo hasta que cruce la línea de meta.
Los ojos se cierran. Me tiro agua en la cara para despertar.
Por segunda vez he creído ver a mi hijo y mujer. Pero la imaginación continuaba haciendo de las suyas.
A la tercera si. Por fin les veo después de una segunda y larga noche.
Me estremezco de alegría. Cada vez lo veo más cerca. Me abrazo con fuerza a ellos y me acompañan hasta el avituallamiento. Allí también están mis padres y mis queridísimas gemelas.
Tomo café, agua y como fruta. Estoy muy cansado. El calor no ayuda para nada.
Mientras, entablo conversación con Ruben, un compañero de Lleida que ha abandonado y que nos fuimos encontrando a lo largo del recorrido.
Al estar con mi familia y pensar que casi ya lo tenía, sin querer, mi cuerpo se relaja. Esto, después vimos que fue otro error. Aún quedaban 10 kilómetros que serían muy duros. La meta se haría de rogar.
Etapa 16. Mutiloa – Beasain. 158- 168 km. 325 de desnivel positivo y 350 -. La historia interminable.
Más de 3 horas para llegar. Es la última. Sé que lo tengo en mis manos. Pero voy a sufrir más de lo pensado.
A medio camino me viene una pájara monumental. Aunque salí comiendo mis sandwiches e iba bien de hidratación, el calor y la fatiga me castigan en desmesura.
¿Quizá no he bebido lo suficiente?
No lo sé. Lo que si sé es que voy a paso de tortuga. Apoyando el peso sobre los bastones, paso a paso, avanzo.
Durante el interminable camino sobrepaso a un compañero que me deja impactado. Le veo avanzando a pasos muy cortos. Le pregunto si se encuentra bien. Si necesita ayuda.
Me dice que tiene todos los pies llenos de llagas. Que esté tranquilo porque de piernas va bien. Que lo que tiene es un dolor extraordinario pero que puede avanzar.
Trato de animarle y continuo con mi particular calvario. Supongo que cada uno de los participantes llevábamos el nuestro a cuestas a esas alturas de la carrera.
La pájara no cesa. Me coge la paranoia de no querer tomar más geles. A pocos kilómetros de meta la cabeza empieza a sabotear de lo lindo. Vienen miedos infundados. Que a ver si tengo un ataque al corazón, que a ver si me pasa algo grave y no puedo volver a ver a mi querida familia…
Tengo que enfrentarme a esos miedos. Mirarlos de cara. Paro un momento. – Recapacita Joan -, me digo a mismo, – Estás bien. Solo es una pájara. Solo son miedos sin ningún tipo de sentido. Estoy muy cansado pero eso es todo. Céntrate y ponte otra vez en carrera -.
Tomo un gel poco a poco combinándolo con sorbos de agua. Es lo que he hecho a lo largo de toda la ultra y ha funcionado bien.
Los geles prefiero no tomarlos nunca de golpe. De lo contrario, mi estomago lo pagaría muy caro y los vómitos los tendría garantizados.
Aumento el consumo de bebida energética y empiezo a notar los efectos y a salir de la maldita pájara. Además, los hidratos de carbono de absorción lenta de los sandwiches también empiezan a hacer efecto.
En este tipo de pruebas el dialogo interno, con tu propio ser, es muy intenso. Me apasionan este tipo de retos porque aprendes, siempre que tu salud lo permita, a superarte a ti mismo. Descubres, que muchas veces, siempre puedes hacer más de lo que crees. Estas experiencias hacen que veas la vida de otra forma. Más calmada. Aprendes a salir del esquizofrénico sistema que nos han montado. Aprendes a relativizarlo todo.
Además se me ocurre abrir el móvil y empezar a leer los innumerables mensajes de apoyo. Entre ellos, el whatsapp del grupo del ATE saca humo. Mil gracias por vuestro cariño.
Vuelvo a la vida. Aumento la frecuencia y el volumen de sorbos de bebida energética de la camel.
Si me permites, aprovecharía para comentar el tema de las mochilas de hidratación. A menudo veo muchos corredores con las mochilas que llevan los profesionales. Con poca capacidad y con solo 2 botellines de 500 a 750 ml. Esta cantidad para entre 1 y 2 horas de duración entre avituallamientos, en climas muy calurosos, puede ser suficiente para los atletas de élite. Pero para el resto, si nos vamos más allá de las 2 horas, es necesario portear más cantidad de líquido. Con un litro no es suficiente.
Creo que uno de los múltiples factores a tener en cuenta para no abandonar, es disponer de una mochila de 10 a 12 litros de capacidad mínimo, con un bidón o dos de agua y la camel para la bebida energética. Salir con solo 2 bidones, uno de isotónico y otro de agua me parece una temeridad, y más si vamos a afrontar pruebas con mucho calor. Cuando el cansancio se acumula en las últimas etapas puedes llegar a tardar más allá de las 2 horas y si te quedas sin líquido, con solo un litro la deshidratación está asegurada.
El otro extremo es no pasarse tampoco de beber, ya que el riesgo de hiponatremia podría estar presente.
Retomando el hilo de la última etapa, en las bajadas hago el esfuerzo de correr, aunque las llagas me hacen ver las estrellas.
Pero todo llega y por fin avisto la carretera que lleva a Beasain.
¡Lo tengo!.
Antes de entrar en la población pasamos por una especie de polígono. Mi grata sorpresa es que un chico va llenando de agua una regadera. Ésta la deja colgada para que nos refresquemos los corredores. Me hecho la fría agua encima de la cabeza. ¡Dios mío qué placer!. No sé cómo agradecérselo.
Continúo y ya entro en la larga calle principal. Falta muy poco para meta.
¡Entra ahora y crece a mi lado como corredor de montaña!
Meta. Beasain. 168 km y 11.000 metros de desnivel +. El reencuentro.
Es increíble como anima la gente en Euskal Herria.
Es mediodía. Des de las terrazas, paseando, en bici, en moto o en coche, siempre tienes palabras de apoyo.
Hay un momento que me sobrepasa un corredor de la maratón. Al ver que iba andando me pregunta si estoy bien. Le digo que si, que ya llevo muchos kilómetros en las piernas. Entonces me mira el dorsal y ve que soy uno de los participantes de la Ehunmilak.
Acto seguido empieza a gritarme: – ¡Olé tus coj…!, yo el año pasado no la pude terminar y la tengo pendiente. ¡Eres un put… héroe! ¡venga que ya lo tienes! –
Y es que, como dice el ganador de la carrera, Javi Domínguez, «Aquí se aprecian mucho este tipo de esfuerzos. Siempre digo que en esta zona de Guipuzkoa, le dices a alguien que no corre por el monte, acabo de hacer 100 millas y te diría, joder qué hazaña. En cambio te vas 100 km a cualquier otro lado y te tachan de loco. Es otro concepto.»
Paso la estación de tren. Voy a conseguir hacer realidad un sueño.
A la entrada de la zona peatonal, antes de llegar a meta veo a lo lejos, corriendo y gritando alguien con una camiseta naranja. ¡Es Agustí!. Nos fundimos en un gran abrazo. ¡Que enorme alegría!
Me acompaña los últimos metros y al momento se añade mi hijo y Martí, uno de mis ahijados. Corremos abrazados. La emoción es enorme.
Luego mi hermano, Oriol se une a la carrera. Parte de la Ehunmilak va dedicada a él. Como emprendedor, él también está corriendo su particular ultra en el mundo de los negocios.
Oigo también a mi otro querido amigo Sisco que me sigue con el móvil con gritos de ánimo.
Ya llego. Mi mente tiene un objetivo. Llegar a meta.
Estoy agotado, pero parece mentira como el calor de las personas, la amistad y el amor puede con todo.
Subo la última cuesta corriendo y por fin cruzo la meta que dejé hace más de 44 horas. Alzo los brazos. ¡Lo he conseguido!
Me he superado a mi mismo. Después de tantos entrenamientos, planificaciones, de combinar el trabajo con la familia y la montaña… la satisfacción es enorme.
Estamos en un mundo donde lo que más se valora es la inmediatez. Pero yo creo que la clave está en la constancia y en el método.
La constancia suele tener premio.
Una vez sobrepasada la ansiada meta me fundo con un fuerte abrazo con Sisco. Un ejemplo para todos, ya que con sus 53 años corre como el que más. Además, su extraordinaria personalidad, siempre nos empapa de alegría.
Y por fin, Montse. Ahora si. Puedo abrazarla.
La amo como nunca he amado a alguien en mi vida. Somos muy diferentes, sí. Pero nos complementamos. Tenemos discusiones sí, como tiene toda pareja. Pero nos respetamos.
Sé la paciencia que ha tenido. Lo que ha sufrido durante este fin de semana y el mes previo a la Ehunmilak.
Pero hemos aprendido a lo largo de los años a percibir, que lo que le hace feliz a uno, le hace feliz al otro. A caminar por los senderos de la vida cogidos de la mano, uno al lado del otro. Sin anularnos.
Ella es muy urbanita. Le encanta visitar pueblos y ciudades. Así que la semana siguiente decidimos quedarnos cerca de Vitoria y pasear la ciudad y sus alrededores de arriba a abajo. Ahora le tocaba su semana. Y aunque a mi no me apasiona ir de tiendas, disfruto de que ella disfrute. Creo que esta es una de las claves que tenemos como pareja.
Disculpad si expreso en demasía mi alegría. Pero prefiero hablar de cosa felices que de desgracias. Éstas últimas ya vienen por si solas.
Después del reencuentro, nos acercamos a la zona del último avituallamiento, situado en la misma plaza de la meta. Entrego el GPS y el chip. Recibo la preciada chaqueta de finisher y agradezco el trato recibido durante toda la carrera a los voluntarios allí presentes.
Pero faltaba, un último abrazo. A mi querida madre. Eternamente agradecido por su amor incondicional. Por habernos criado des del ejemplo. Por demostrarnos que las grandes dificultades que puedan surgir en la vida, como puede ser un cáncer de mama, se pueden llegar a superar. Gracias por ser como eres.
Y gracias también a ti padre, por estar siempre a nuestro lado.
Demasiadas emociones. Demasiado cansancio. Me siento en una silla y mientras bebo, mi cuerpo empieza a desconectarse de mi cerebro.
Entonces es cuando Sisco y Agustí me llevan a hombros al coche. No puedo ni con mi alma.
Quería ir a comer todos juntos para celebrar también el cumpleaños de Sisco y la G2H de Agustí.
Pero el cuerpo se había desenchufado de mi mente. Me acompañan hasta la habitación del hotel y de allí no salgo hasta la hora de cenar…

Muchos de vosotros os habéis sorprendido de lo rápido que me he recuperado, ya que en la segunda semana después de la Ehunmilak, ya volví a correr. En el siguiente post te hablaré al detalle sobre ello.
Te anticipo que una de las claves, es el trabajo de fuerza realizado durante la preparación para la Ehunmilak.
El tener una buena base de fuerza, hizo que la recuperación fuera más rápida y que no me lesionase.
Espero que hayas disfrutado de la crónica y si eres de los que quieres emprender un viaje tan apasionante como éste, ojalá te haya podido ayudar.
Después de experiencias de este tipo, los problemas y la vida, se ven des de otra perspectiva.
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Muchas felicidades, tremendo reto que hiciste e imagino que la satisfacción es proporcional a la distancia que recorriste. Gracias por tu relato y en hora buena, sigue adelante. Desde México sigo tus pasos y aprecio que compartas tus experiencias. Un abrazo.
Muchas gracias Jesús. Aunque uno debe prepararse muy bien para un evento de estas características, es algo que recomiendo hacer alguna vez en la vida si te gusta correr por la montaña. Un abrazo.
Hola Joan,
Cómo va eso? Me acabo de leer tu crónica de la carrera.
Al principio pensaba que iba a ser demasiado larga y que habría mucha paja y poca información, pero conforme vas leyendo te va enganchando poco a poco, como los libros buenos, y no puedes parar de leer porque quieres ver cómo se desenvuelve la trama y qué le ocurre al ‘prota’.
Sinceramente, imposible resumir mejor esta aventura tuya. Mezclas consejos técnicos, vivencias, ánimos y motivación personal, agradecimientos y otros detalles importantes sobre la evolución de la carrera de una manera correcta. Mi más sincera enhorabuena. Intercalar fotos y gráficos también te ha funcionado muy bien.
Esta crónica hasta me anima a hacer la carrera. Pero para eso debería estar ‘chalao’ como tú (desde el cariño, eh!), y todavía conservo algo de cordura ‘anti-ultra’, cobardía, o simplemente, la consecución de otros retos personales, dentro y fuera de las carreras.
Espectacular, motivante y muy instructiva crónica. Tío…, como el del anuncio…, ‘yo de mayor quiero ser como tú’.
Gracias Joan. De verdad.
Pedro que te puedo decir. Solo darte las gracias por tus palabras y decirte que después de Rialp nos pondremos a fondo para que consigas tu gran reto personal. Gracias de corazón.
Guauuu! Que experiencia, yo este año lo voy a intentar y llevando un paralelismo contigo, también he acabado Les Fonts. Gracias por transmitir tu experiencia, me va a ser de mucha ayuda!
Gracias por tus referencias para la carrera!! Lo voy a tener en cuenta este año!
Suerte en tus aventuras!!!
Ufff!!! Me ha emocionado mucho tu crónica, llegando a erizarme la piel y humedecer mis ojos.
Soy corredor, pero no de montaña; he realizado dos ultras de 100 Kilómetros y tres de 50, solo en terrenos planos (tengo 54 años y mis rodillas ya no me permiten saltar).
Llegué a tu sitio buscando consejos para la recuperación de un ultramaratón, ya que hace 5 días fué el último de 50, comencé a leer y no pude parar.
Muchas felicidades y seguramente ya habras logrado otros retos posteriores a este.
Me has motivado con tu ejemplo para continuar en el camino de las ultradistancias.
Muchas gracias!!!